Un estrés persistente e intenso aumenta el riesgo de caer en depresión. En ocasiones, el estrés puede llevar a la depresión y ésta puede provocar estrés, aunque no siempre la depresión tiene su origen en el estrés ni el estrés es resultado de la depresión.
Presiones demasiado fuertes en el ámbito laboral (carga excesiva de trabajo, horarios no razonables), junto con hábitos no saludables (pocas horas de sueño, sedentarismo, mala alimentación), pueden repercutir negativamente en la persona, ocasionando incluso deterioros en su salud, su vida sentimental y familiar y por ende, en su lugar de trabajo.
Una de cada cinco personas en el trabajo puede padecer problemas de salud mental, señalan profesionales de la Dirección de Salud Mental del MSPyBS.
Está visto que la depresión en el trabajo es la causa principal de disminución de la productividad, ausencia por enfermedad y retiro prematuro. Identificar la depresión en el trabajo es clave.
Persona con depresión | Comportamiento con los demás |
Profundos sentimientos de tristeza. | Se aísla del equipo. |
Perdida de interés en el trabajo o actividades sociales | Apatía, indiferencia. |
Concentración reducida. | Olvida las tareas o fechas límites. |
Olvido y dificultad recordar cosas. | Parece distraído. |
Dificultad para hacer decisiones. | Procrastinación, indecisión, productividad lenta. |
Dificultad para dormir o dormir demasiado. | Llegar tarde al trabajo, fatiga en las tardes, mayor tendencia a accidentes. |
Sentimientos de inutilidad y culpabilidad inapropiada. | Falta de confianza en sí mismo, inseguridad en sus habilidades. |
Perdida de energía o mucha fatiga. | Motivación baja. |
Irritabilidad, enojo, o tendencia a llanto. | Reacciones inapropiadas, relaciones tensas. |
Cambios de peso o apetito. | Cambios de apariencia. |